Comisaría sin bocadillos, celda sin televisión.

El desayuno en el Centro, sustancioso, con tostadas de mantequilla, café con leche y fruta del tiempo. El traslado, confortable, en furgón refrigerado y charla animada con el chaval del módulo cinco. El acto, breve, con una conformidad asumible. Pero luego, aquella tardanza sin fin en los calabozos del Palacio. […]

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